-ElectroChemicals- Las falacias de una persona comiendo manzana.
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25 de abril de 2007

Sin importancia.

- Y bueno, de qué es esta página ElectroChemicals. ¿Tu cuento?
- No, algunos textos rápidos, nada más -- no me vayas a malentender la palabra.
- ¿Y tu cuento?
- No he escrito mucho, la verdad.
- Vaya idiotez.
- Bueno, cosas que pasan. Entre una cosa y otra...
- Claro, así cualquiera.
- Cierto.
- Aish, apestas. Odio que dejes tus cosas así, tiradas.
- ¿Acaso esperas una continuación?
- No.
- Pero, si ni lo has leído, --
- Por eso. No me importa nada. Es tu tema.
- Supongo que sí.
Larga pausa.
- Bueno, supongo también que odias pensar que subiré esta conversación a la misma página de la que te hablo.
- Me encantas.

15 de abril de 2007

Rencor.

No por ser malo me atrae.
De hecho, no tiene ni la más mínima gota de dulce.
Es agrio, amargo. Para nada sabroso.

Pero aún así me llama.
Me atrae, me hipnotiza.
Confunde mi racionalismo, dando ventaja a mis emociones.

El momento...

10 de abril de 2007

Reemplazante.

No sé qué hacer. Ni sé qué estoy haciendo en este minuto.
¡Estoy llorando!
No logro comprender la situación. Fue algo tan extraño...
-- sigue siéndolo.

Era un cliente más. Llamó al servicio y cumplí, con la intención de tener más monedas que gastar. Atractiva idea, única motivación.
Una vez en su departamento, me llamó la atención su edad y que haya pedido a una mujer. Especificó joven y delgada, sin mayores discriminaciones. Por eso me mandaron.
Se veía amable. Tenía unos 48 años, ojos claros. Me parece que fue una persona muy atractiva durante su juventud.
Me abrió la puerta y se sentó en la silla de lo que parecía un living. Vaciló por unos segundos, luego fue a un dormitorio. Sacó unas ropas de una cajonera y me hizo sentarme en la cama.
Nada nuevo.
Me desvistió ella misma. Curioso, pensaba que ése era mi papel.

Tanta ansiedad.
Una vez en ropa interior, se quedó observándome. Tal vez no era lo que quería, pero por lo general aceptan cualquier cosa. Incluso se han llegado a tapar los ojos, con tal de sentir algo sin mirar con quién es.
Me seguía mirando. No entendí, pero dinero es dinero. Así que esperé nada más, con paciencia. Más monedas, más entretenciones.
Aunque nunca tocó mi ropa interior. Me miraba así tal cual.
Le cayó una lágrima por la cara. ¿Será que le entró miedo?
Tal vez era su primera vez con una mujer.

Me pasó unas ropas extrañas, una polera y una falda. Estaban usadas, me quedaban grandes. Pero ella lloraba.
No sé cuánto fue el tiempo que estuve ahí, quieta, con ropas extrañas. Pero ella no me tocaba.
Tengo que confesar que llegué a sentirme terrible. Contratada y rechazada.

Llegó a amanecer. Se notaba a través de las cortinas gastadas. Me recordaban a mi antiguo hogar.
Por fin llegó el minuto en que dijo algo.
Vete, es suficiente.
Supuse que hacía lo correcto al volver a vestirme con mis prendas y esperé por mi dinero. Fue algo tan extraño.
Aunque, después de todo, fue un servicio. No dejaba de pensar en cómo exigirle mi paga.

Me dejó en la puerta. La vi tomar su billetera.
Calculó las horas y el dinero.

Volvió a quedarse mirándome. Debía irme, sino perdería clientes. Llevaba demasiado tiempo allí.
La extraña señora se acercó a mí, y luego de entregarme mi dinero, me rodéo con sus brazos.
Me abrazó.
Te quiero, mi niña. Siempre lo haré.

¿Qué demonios?
Y es ahora que comprendo todo.
Me pagó, me pagó... a mí... por ser el reemplazo de su hija.

25 de marzo de 2007

Perfecta imperfección.

Pero observándome en el espejo me doy cuenta de una realidad tan abstracta.
Debo leerme un libro sobre el existencialismo, o al menos eso creo. Pero eso es lo que supongo verdadero, hasta tener una corrección.
Y ése no es mi problema.
¿Cómo me verán los demás? ¿Será que no percibo algo que ellos sí? ¿O acaso, más bien dicho, tenemos tantas diferencias en gustos?
Pero es frustrante cuando me dejo convencer. Rasgos, detalles. ¿Qué ven ellos en mi rostro que yo no encuentro?
Adoro escuchar buena música. La voz de este sujeto realmente me gusta. Pero no, no en todo momento.
Mariposas. ¡Son cosas que todo el mundo puede opinar de la misma forma! -- Relativamente, de más está decirlo.
Entonces, ¿no tengo el mismo color de ojos que la gente ve? ¿Las mismas pestañas, los mismos labios? No es necesario más que observar para tener una buena descripción.
Imaginaré vagamente que nunca lograré percatar aquello que mi alrededor rescata de mi ser. ¿Motivo? Espejo. Por más que siga frente a un espejo, cualquiera que sea, faltará algo. ¿Una opinión subjetiva, tal vez? Algo distinto, externo. Supongo que la gente me complementa.
Espejo... mayor imperfección. Me pregunto si un ser, que en su raza nunca ha alcanzado la perfección, podría llegar a crear un algo perfecto.


Me siento desordenada. No reeleré el texto, ni lo editaré. He estado leyendo demasiado y redactando muy poco.

17 de marzo de 2007

La primera flor.

Estaba nervioso. Pero ya era hora. A sus 12 años, sería la primera flor que entregaría. De verdad estaba emocionado. Una flor significa tanto, sobre todo cuando se da de todo corazón.
¿Una cala, tal vez? No, demasiado elegante. ¿Lilium? Podría ser. ¿Margarita? Demasiado casual. Bueno, un girasol no estaría mal. Después de todo, una rosa era demasiado comprometedora.
Finalmente se decidió. Salió de su casa con un aire de mayor, de pequeño hombrecito. Caminaba erguido y seguro, con la frente siempre hacia el horizonte. Un horizonte lleno de expectativas, pues éste era el primer paso.
Se desvió especialmente del camino para pasar por uno de los jardines más atractivos del lugar. Parecía un vivero, la verdad. Los dueños de la casa tenían mucho dinero, y --por suerte-- sabían gastarlo. Era una maravilla, hasta las abejas pasaban con aromas a perfume de flor. Pero lo complejo no era entrar al jardín prohibido y sacar un fruto, sino elegir cuál. Todos tan perfectos, cada hoja en su lugar y cada gotita de agua en el mejor ángulo.
Una vez decidido, continuó su camino. Ya no iba solo, la flor perfecta lo acompañaba. Estaba fresca, húmeda. Una fragancia suave pero intensa. La sostuvo con mucho cuidado, la llevó mirando hacia el horizonte igual que él. El doble de expectativas, dos horizontes juntos.
Faltaba poco para llegar. Comenzaban a sudarle las manos.
Llegó.
Tocó la puerta, esperó. Le abrieron, le hicieron pasar. Con toda confianza. Subió las escaleras, se secaba repetidamente las manos con su pantalón. Movía sus dedos, estaba intranquilo. Vamos, ya estás aquí. No hay nada que perder.
Tocó la puerta, no recibió respuesta. Abrió, entró al baño. Tomó con sutileza la flor, como si fuera un verdadero cristal. La extendió... se la ofreció al espejo. Su reflejo sonrió.

13 de marzo de 2007

Abejas.

Carrera de abejas. Se detiene el tiempo. La de la izquierda lleva la ventaja.
Juegan, sin más obstáculos que el mismo viento...