-ElectroChemicals- Las falacias de una persona comiendo manzana.
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25 de marzo de 2007

Perfecta imperfección.

Pero observándome en el espejo me doy cuenta de una realidad tan abstracta.
Debo leerme un libro sobre el existencialismo, o al menos eso creo. Pero eso es lo que supongo verdadero, hasta tener una corrección.
Y ése no es mi problema.
¿Cómo me verán los demás? ¿Será que no percibo algo que ellos sí? ¿O acaso, más bien dicho, tenemos tantas diferencias en gustos?
Pero es frustrante cuando me dejo convencer. Rasgos, detalles. ¿Qué ven ellos en mi rostro que yo no encuentro?
Adoro escuchar buena música. La voz de este sujeto realmente me gusta. Pero no, no en todo momento.
Mariposas. ¡Son cosas que todo el mundo puede opinar de la misma forma! -- Relativamente, de más está decirlo.
Entonces, ¿no tengo el mismo color de ojos que la gente ve? ¿Las mismas pestañas, los mismos labios? No es necesario más que observar para tener una buena descripción.
Imaginaré vagamente que nunca lograré percatar aquello que mi alrededor rescata de mi ser. ¿Motivo? Espejo. Por más que siga frente a un espejo, cualquiera que sea, faltará algo. ¿Una opinión subjetiva, tal vez? Algo distinto, externo. Supongo que la gente me complementa.
Espejo... mayor imperfección. Me pregunto si un ser, que en su raza nunca ha alcanzado la perfección, podría llegar a crear un algo perfecto.


Me siento desordenada. No reeleré el texto, ni lo editaré. He estado leyendo demasiado y redactando muy poco.

17 de marzo de 2007

La primera flor.

Estaba nervioso. Pero ya era hora. A sus 12 años, sería la primera flor que entregaría. De verdad estaba emocionado. Una flor significa tanto, sobre todo cuando se da de todo corazón.
¿Una cala, tal vez? No, demasiado elegante. ¿Lilium? Podría ser. ¿Margarita? Demasiado casual. Bueno, un girasol no estaría mal. Después de todo, una rosa era demasiado comprometedora.
Finalmente se decidió. Salió de su casa con un aire de mayor, de pequeño hombrecito. Caminaba erguido y seguro, con la frente siempre hacia el horizonte. Un horizonte lleno de expectativas, pues éste era el primer paso.
Se desvió especialmente del camino para pasar por uno de los jardines más atractivos del lugar. Parecía un vivero, la verdad. Los dueños de la casa tenían mucho dinero, y --por suerte-- sabían gastarlo. Era una maravilla, hasta las abejas pasaban con aromas a perfume de flor. Pero lo complejo no era entrar al jardín prohibido y sacar un fruto, sino elegir cuál. Todos tan perfectos, cada hoja en su lugar y cada gotita de agua en el mejor ángulo.
Una vez decidido, continuó su camino. Ya no iba solo, la flor perfecta lo acompañaba. Estaba fresca, húmeda. Una fragancia suave pero intensa. La sostuvo con mucho cuidado, la llevó mirando hacia el horizonte igual que él. El doble de expectativas, dos horizontes juntos.
Faltaba poco para llegar. Comenzaban a sudarle las manos.
Llegó.
Tocó la puerta, esperó. Le abrieron, le hicieron pasar. Con toda confianza. Subió las escaleras, se secaba repetidamente las manos con su pantalón. Movía sus dedos, estaba intranquilo. Vamos, ya estás aquí. No hay nada que perder.
Tocó la puerta, no recibió respuesta. Abrió, entró al baño. Tomó con sutileza la flor, como si fuera un verdadero cristal. La extendió... se la ofreció al espejo. Su reflejo sonrió.

13 de marzo de 2007

Abejas.

Carrera de abejas. Se detiene el tiempo. La de la izquierda lleva la ventaja.
Juegan, sin más obstáculos que el mismo viento...

8 de marzo de 2007

Indescriptible.

Es que así es la cosa. No sé realmente cómo llegar a explicarlo.
Es algo más bien personal, haciendo una excepción.

Desgraciadamente, no siempre se puede llevar la cuenta del tiempo. Cuánto ha pasado, cuánto falta. Sería demasiado, ¿no?
Y claro, como dicen por ahí: "no lo sabes hasta que lo pierdes".
Cosas que pasan, claro.
Pero tampoco somos capaces de percatar los colapsos que han pasado, el estrés acumulado.

Lentamente vamos adquiriendo cada vez más responsabilidades, pero no es lo suficientemente despacio. Y a esto puedo obtener varias respuestas: "a todos nos pasa", "me carga", "ya estamos viejos como para andar pensando en estas cosas", ...

Pero no me siento mayor. Al mirarme al espejo no veo a una adolescente a unos pasos de una nueva etapa. Diría que la segunda o tercera etapa de la vida. Veo a una simple niña, que sigue en el colegio y cumple con sus estudios.
Pero ya no es sólo una niña. Es una pequeña que debe cumplir todo lo que pueda con sus clases en el colegio, que debe aprender a manejar bien para poder obtener una licencia y así no defraudar a sus padres. Una mujercita que tiene su futuro en sus manos. ¡Mi futuro!

Ahora es cuando todo depende de mí. De si soy responsable o floja, si me doy por vencida o sigo luchando hasta el final.
Vaya, que sueño más indeseable. Una novela sin terminar, un constante dolor de cabeza.
Pero como siempre, acompañada, como siempre abrazada.