-ElectroChemicals- Las falacias de una persona comiendo manzana.
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31 de agosto de 2007

Estrellas.

Una pequeña niña observaba las estrellas por el balcón de su habitación, con una mirada dudosa e inquieta. Justo cuando pensaba en volver adentro, un hada se posó a su lado.
- Hola, pequeña criatura. ¿Que no tienes frío aquí afuera?
- Bueno, iba a entrar justo ahora...
- Oh, lo siento. ¿En qué pensabas? Tenías una cara muy preocupada.
- Es que, siempre en las películas los príncipes prometen a sus princesas las estrellas, incluso la luna. Los príncipes de verdad también lo deben hacer, pero no entiendo cómo quedan tantas estrellas en el cielo cuando han existido tantos príncipes a lo largo de la historia!
- Bueno, las estrellas se regalan pero no se sacan del cielo.
- Entonces, ¿cómo se pueden regalar?
- Mira, niña. Las estrellas son inalcanzables, ni las hadas hemos podido llegar a ellas. No es llegar y lanzar una cuerda para bajarlas, siempre han estado y estarán en su lugar.
- Yo quería llegar a ser una princesa sólo para que un príncipe escalara a mi balcón y me regalara una estrella. Así que, ¿qué tiene de especial entonces ser una?
- Las princesas no sólo viven de recibir estrellas. Viven en castillos enormes y tienen una vida feliz, se visten como desean y hacen muchas fiestas.
- Pero, ¿para qué querer todo eso sin estrellas?
- Pequeña humana. ¿Qué es una estrella para ti?
- Una piedrita que brilla mucho y es tan linda que sólo las princesas pueden tenerlas. Ah, y sólo pueden recibirlas del príncipe que está enamorado de ellas, es decir, su príncipe azul.
- ¿Tienes un príncipe azul?
- No, aún no. Las princesas no son niñas, son mujeres grandes.
- Cuando lo tengas, comprenderás lo que realmente es una estrella.

Portador.

- Eres una maldita rata descuidada. ¡Eso es lo que eres!
- Bueno, pero ahora tú también pasaste a ser una.
- ¿A qué te refieres? No me dirás que...
- Sí, era cierto. Yo tengo el virus VIH, y SIDA. Pero ahora, lo más seguro es que tú lo lleves dentro de ti. Así que, supongo que no volverás a preguntarme qué se siente ser alguien tan despreciable como yo...

25 de agosto de 2007

Fotografía.

Me está apuntando. Siento mi estómago retorciéndose, comienzo a sudar. No deja de mirarme, no pestañea. Marcará un momento, una escena, que nunca lograré olvidar. Sigue mirándome, siempre fijamente. Me da escalofríos, no me deja moverme.
Comienza la cuenta regresiva. ¿Estás lista? Qué pregunta, demonios. Como si alguna persona pudiera realmente estar lista como para algo así.
Tres, dos, uno. Siento como comienza a presionar el botón.
"Listo". Se dispone a sacar todos los aparatos. Tal indiferencia, un trabajo tan frío.

Evento inesperado.

Hoy me pasó algo totalmente insólito. Bueno, me llego a imaginar que ésa es la gracia de la vida, que pasen todo tipo de eventos sin siquiera imaginar que podrían ocurrir. Mi madre llegó muy atrasada hoy, tal vez extremadamente. Eso me llamó mucho la atención, pues mi madre - como dicen por ahí - es de una puntualidad "inglesa".
Apenas la sentí en casa fui a saludarla, totalmente extrañada. Como era de esperar, se encontraba en un estado de total cansancio y agotamiento. Pidió un buen té y se recostó en su cama.
Saliendo de su trabajo la habían chocado, un deportivo rojo totalmente nuevo. El conductor no respetó la luz roja y se incrustó en el auto de mi madre saliendo del estacionamiento.
Mi madre se bajó tranquila y se acercó al conductor, del cual no sabía qué pensar - no hacía nada al respecto. Era una mujer un par de años más joven que ella, que comía chicle molestamente y se vestía y maquillaba como si fuese de mi edad. En fin, "dame tu teléfono y patente para hacer los trámites. Ah, no me digas..." Sí, más encima se quejaba de haber dañado a su joyita al segundo día de haberla obtenido. "Bueno, lo siento por ti. Arreglemos esto rápido, hay una comisaría cerca de mi casa".
Luego de analizar los daños de la colisión, mi madre le dio la dirección de la comisaría y quedaron en encontrarse allí, lo que ocurrió un par de horas después. "Es que me perdí y llamé a mi esposo y tuve un par de problemas personales"; vaya, y eso que es casada. Qué hombre podrá aguantar a una mujer tan...
Los trámites fueron una mala pasada, pero lo peor fue cuando estaban yéndose y esta señora se dio cuenta de que había dejado las luces del auto encendidas: batería muerta. No, nadie tenía cables, y bueno, mi madre no quiso dejar a este pobre ser abandonado a su suerte. Esperaron juntas a su marido, el cual realmente parecía a disposición de la señora - estando en pleno trabajo a kilómetros, dejó todo por ir a socorrer a su pobre esposa. "Ah, sólo estaba en una reunión, no te preocupes".
He aquí el drama, cuando llegó el señor. Era un tipo de lujosos atuendos en un lujoso auto, pero el tema es que mi madre lo conocía. Sí, no era cualquier persona: era el tipo del que se divorció hace quince años.

Recuerdos para ti.

Desde el primer día que llegamos a la clínica estaba este señor, anciano en silla de ruedas con su sombrero y lentes de sol.
Me parece haber escuchado alguna vez que su nombre era Adolfo, pero no estoy tan segura de ello - tal vez se referían a su hijo, el que llegaba siempre alrededor de las seis de la tarde.
Lo acompañaba mucho su señora, bueno más bien la señora que yo le atribuí, puede ser su hermana, pero se ven tan lindos juntos que me gusta pensar así.
Lo primero que me llamó la atención del anciano de mirada impenetrable fue la cantidad de sueros y cables que rodeaban su casual sombrero, negro y simple. No logré entender o deducir su verdadero problema como para pasar meses (tal vez cuánto tiempo antes que you habñía llegado a pasar sus tardes en la sala de espera, junto a su señora e hijo) en la clínica, la verdad nunca pude verle muchos progresos ni vi si habló alguna palabra - maldita mascarilla blanca, sólo me hacía dudar cuántos dientes habrá tenido el señor.
Bueno al menos lo veía acompañado la mayor parte del tiempo que estaba fuera de su pieza - sí, sí sé cual es el número de su habitación en el cuidado intensivo coronario, pero no sé porqué sacaron su nombre desde el segundo día que llegué-. Al menos estaba la enfermera de turno, por lo que solo nunca estaba.
Me hubiera gustado mucho presentártelo, mamá. Al menos que lo hubieras alcanzando a ver. Nos hubiéramos reído mucho con anécdotas del señor de los lentes oscuros y sombrero negro, siempre en silla de ruedas y tan pacífico y misterioso. Te hubiera gustado.

7 de agosto de 2007

Tranquila pasión.

Lo que más me gusta de la nieve, es su ligero silencio.

Sala de espera.

Ni uno más, ni uno menos; esta dulce melodía sólo para dos, está perfecto así...

2 de agosto de 2007

Pero... ¿sabes por qué critico tanto? Para evitar criticarme a mi misma.
Lo siento.