-ElectroChemicals- Las falacias de una persona comiendo manzana.
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21 de abril de 2008

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Lunes.

Hoy salí como cualquier otro día de universidad. Día de deberes, un lunes tal cual. Sonriendo más que nunca, claro; el lunes necesitamos más energías para una semana nueva.
Pero, por más energía que concentre una persona, nunca logrará ver algo como lo que presencié hoy, esta mañana. La luna estaba en su máxima expresión, perfectamente redonda en mi humanista e ignorante mente; blanca como ella sola es, y ahí, en frente de mi simple persona.
Una luna tan completa y con tanta claridad; con tanto sol ésta tenía tanto brillo... ¡Pero no era todo! La pretenciosa luna me regalaba una mañana. La vanidosa redonda me teñía el cielo de rosa, me daba nubes del color más suave visto... Todo en cinco minutos, no podía ser más; era para sólo algunos seleccionados, entre ellos yo...

18 de abril de 2008

Sunglasses.

De haber sabido lo que era la vida sin lentes oscuros, hubiese preferido quedar ciega a mitad de mi vida a que haberla gastado entera a oscuras.


3 de abril de 2008

Sombra.

- ¿Sabes algo realmente ridículo?
- ¿Qué cosa?
- Los payasos. Ya sabes, que un sujeto que haga reír a los niños pueda dar tanto miedo. No siento que corresponda.
- Mmm.
- De verdad, son tan simples. ¿Alguna vez te animaron un cumpleaños? Demonios, mientras más crecemos, más nos asustamos. Fantasmas, duendes... cuando éramos pequeños ni entenderíamos qué era el bien y el mal, jugaríamos con ellos inocentemente.
-Tal vez.
- ¿Qué te pasa?
- Nada.
- Bueno. Es estúpido, realmente... deberíamos madurar un poco más, no sé, dejar de vivir de miedos infantiles... que incluso si fuesen infantiles no existirían. Ya sabes, lo que te dije de los pequeños. No tienen miedo, tanto por vivir... ¿qué opinas?
-Me asusta mi propia sombra.

Así y todo...

-Padre... los dos sabemos que yo no debería estar aquí, y menos por un motivo ajeno al mío. Pero yo he superado mis temas, lo prometo. Estoy mejor. No es por mí que estoy aquí, se lo prometo. Es algo que me preocupa más que yo misma, padre.
- ¿Qué es lo que le preocupa?
- Mi hija, padre. Deberá ir al doctor, padre; deberá pagar por sus pecados. Mi hija está entrando en un cuadro sicótico. ¡Pero siendo tan pequeña! Padre mi hija no es mala, se lo prometo. Yo debería pagar sus pecados, padre, santísimos cielos de Dios.
- Tranquila, hermana. Dios nos perdona a todos. ¿Qué ha pasado?
- No lo sé, padre. Pero parece que es el demonio que juega a las tentaciones con mi hija.
- ¿A qué se refiere?
- Ay, padre...
- No es un tema menor, amiga mía.
- Padre, sólo escúcheme y ya verá. Mire, sabe que mi hija es de las mejores en la clase, padre. Usted lo sabe, usted la conoce. Pero algo está pasando, padre, me pone tan nerviosa verla así. Ya no logra concentrarse, padre, la veo siempre dibujando y pensando en tal vez qué. ¡Ella tiene sólo 17 años, padre! Es mi bebé. Dibuja corazones en los márgenes de su cuaderno y mira por la ventana todo el día, padre. No se concentra, como le digo -- su rendimiento ha bajado notablemente. Ella necesita las becas, padre, no tiene en nada más que concentrarse...
- Vaya...
- ¡Sí, padre! ¡Vea usted! Ahora hasta escribe poesías en vez de hacer sus deberes, y---
- Señora, amiga mía.
- ¿Qué me dice, padre?
- Su hija no está enferma.
- ¡¿Cómo que no, padre?! ¡Está comiendo menos, ha bajado de peso mucho, e incluso -- incluso se maquilla! Algo está mal, padre, la iglesia nos condenará, ¡lo sé!
- Amiga mía... su hija está enamorada.