Mamá. Ten fuerza, ten fe. Fe en ti misma, claro está, en qué más… contigo basta y sobra. Eres tan linda persona, eres tan valiosa. Déjate regalonear un momento, no te sientas inútil que no lo eres, demonios. Pero no te desanimes, mamá, tienes que seguir luchando por ti. Por nosotros. Es difícil, acéptalo. Nadie te va a ver con otra cara cuando lo digas. Que te cuesta, que es complejísimo. Te miraremos con los únicos ojos que tenemos para ti, llenos de comprensión en este minuto – sólo míranos a nosotros, ¿no es difícil también? Te quiero, mamá, y superaremos esto todos. Juntos. Pero no te dejes caer, no te dejes estar. No tú, no es parte de ti. Esto no te ha cambiado, mamá, sigues siendo esa mujer linda y llena de alegría. Esto no es un obstáculo, tenemos que seguir adelante. Queda poco, mamá, lo peor ya pasó… pero tienes que aceptar nuestra ayuda, tienes que pedir que te acompañemos. No camines sola, mamá, no te caigas sola. Tómanos la mano, llámanos. Nos cuesta medir cuánto estar contigo, queremos mantener todo lo más parecido posible a un cercano pasado, pero ya comienza a ser demasiado distinto…
Cuídate, mamá. Te quiero.
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