- Buenos días. ¿En qué puedo ayudarlo?
- Usted no puede ayudarme.
- Me refiero cortésmente a qué está haciendo aquí, a qué viene.
- Usted no me es de ayuda.
- Está usted, señor, en un salón de belleza. ¿Desea hacer una reserva o necesita algún tipo de servicio?
- ¿Qué tipo de servicio?
- Pues, como puede ver a su alrededor, podemos arreglar su cabello - que bien le haría-, o incluso mejorar su apariencia... Lo que guste en cuanto a estética.
- ¿Cree que necesito algo? No, pues, como dice eso. Soy un indigente, los indigentes no nos arreglamos. Nos las arreglamos.
- Entonces, si no necesita nada aquí, por favor retírese. Esperamos clientela.
- Sí necesito algo.
- Señor, se lo digo por las buenas.
- Estoy buscando a alguien... ¿cree que si lo ve por aquí podría darle mi mensaje?
- No soy una secretaria, qué se cree. Lárguese de aquí ahora mismo.
- Tome... no pido nada más. Gracias por nada.
- Como si fuera a hacer lo que me pide...
Y así una pequeña tarjeta blanca cayó al basurero. Un niño curioseando en el lugar mientras su madre era atendida, la encontró, leyendo las palabras "Si realmente existes, quiero que me detengas. Creeré en el dios que prometes ser si me envías un ángel, una pequeña muestra. Hasta entonces..."
-ElectroChemicals- Las falacias de una persona comiendo manzana.
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19 de septiembre de 2007
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